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Una cosecha con un excelente estado sanitario, de alta calidad y de menor cantidad que otros años
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Una vendimia corta que ha forzado a las bodegas a encontrar el equilibrio entre la acidez, el grado y la madurez
La vendimia del 2017 ha sido una vendimia épica, de aquellas de explicar a los nietos. Y es que esta vendimia ha sido inédita en muchos sentidos. Teniendo en cuenta que la vendimia es la época del año más importante para las bodegas, la vendimia de este año nos ha forzado a tomar decisiones determinantes para recoger el esfuerzo de todo un año.
Fue el 31 de julio cuando la empezamos. Y como es obvio: no se tenía casi nada preparado. Es excepcional comenzar la vendimia a finales de julio, como tampoco es usual que el 31 de agosto se entre el último kg de uva. Así, la vendimia de este año ha sido una vendimia corta, más corta que el año pasado (cuando se sabe que el año pasado ya se había caracterizado por la corta duración).
Hay que saber, también, que el corazón del Penedès lleva dos años seguidos con vendimias castigadas por la sequía. La del 2016 fue seca en invierno. En cambio, este año, el invierno y la primavera han sido buenos, pero la lluvia no ha hecho acto de presencia ni en junio, ni en julio ni en agosto. Estos meses de verano son claves porque es cuando la uva madura, cuando se hace el envero. Y este año, a la hora de la verdad, a la uva le ha faltado agua para expresarse y ha sufrido. Sin embargo, el trabajo de los agricultores se ha dirigido a compensar estas carencias.
En relación a la planta, el año pasado, al haber poca lluvia en invierno, la planta sufrió. Se puso en entredicho su vida, quedando bajo mínimos. Al haber una falta de fertilidad enorme, este 2017, en vez de dos uvas por sarmiento, ha salido una. Esto ha provocado que en relación a los kilos, se haya obtenido un 10% menos de rendimiento respecto al año pasado. En contraposición, debemos tener en cuenta que la lluvia este año ha sido muy generosa en invierno. En consecuencia, y ya pensando de cara al año que viene, en 2018 tendremos buena calidad de la planta gracias a las buenas lluvias de este invierno.
La vendimia del 2017 también será recordada por ser una vendimia sin tregua. Las variedades han llegado al mismo tiempo en su punto óptimo de madurez y se han tenido que cosechar casi a la vez. Hay regiones, como la Champagne, que están acostumbrados a cosechar todo en 15 días -con el mismo número de hectáreas-. Aquí el Penedès, en cambio, estamos acostumbrados a hacerlo en 1 mes y medio (dedicamos 15 días al macabeo, 15 días al xarel•lo, 15 días a la parellada….). Este 2017, las variedades se han ido solapando y con una veintena de días ya se había cosechado todo.
En este contexto tan singular, quien ha acertado es quien ha sacado lo mejor de cada variedad pensando ya en el coupage. Un ejemplo: había que cosechar la parellada un poco antes para compensar la graduación del xarel•lo. Aquellos que han cosechado de manera muy estandarizada se encontrarán con complicaciones, y es que ha sido una vendimia donde la clave ha sido anticiparse y planificar. Cosechando sabiendo los vinos que se elaborarían con aquella uva.
En definitiva, esta ha sido una cosecha con un excelente estado sanitario, de alta calidad y de menor cantidad que otros años. Una cosecha corta que ha forzado a las bodegas a encontrar el equilibrio entre la acidez, el grado y la madurez para alcanzar la excelencia y conseguir grandes Cavas.